viernes, 23 de diciembre de 2011

Dedicatoria

Para aquellos con quienes compartí mi tiempo, 
mis palabras y mi amistad.
Para aquellas personas a las que
tuve, tengo y tendré,
para siempre en mi corazón.
M.D.O

Capítulo 27 (FIN)


-¿Estás segura?
-Lo estoy tanto como de que somos pareja.
-Eso me convence. ¿Preparada?
-Si- y empezó la música. Bailaron como si fuesen uno solo. En cada movimiento reflejaron lo que sentían él uno por el otro. Todos quedaron impresionados ante semejante demostración, e incluso Rick aceptó la buena pareja que hacían. Con todo, bailaron cinco canciones seguidas, hasta que quedaron entre los cinco finalistas.- No puedo creer que estemos en la final. Cógeme, no sea que vaya a caerme.
-No pensaba soltarte. ¿Te has fijado quien ha venido a vernos?
-No. ¿Quien?
-Rick.
-¿Está aquí? ¿Dónde?
-En las escaleras que hay a mano derecha.
-Que sorpresa. ¿Te importa si voy a saludarle luego?
-Para nada.- el presentador se acercó a las cinco parejas finalistas y les recordó que les esperaba la próxima semana con otros cinco números de baile distintos, sino, quedarían descalificados. Recibieron una calurosa ovación de parte del público y miembros del jurado.
Después de que estos últimos les felicitaran personalmente y se retiraran, la pareja se acercó a Rick.
-Estoy asombrado. Os felicito.
-Gracias- contestaron ambos sin saber muy bien que iba a pasar a
continuación.
-¿Por qué has venido?- preguntó Sean celoso.
-Una buena psicóloga me lo aconsejó, y me alegra haberle echo caso.- ambos comprendieron que hablaba de Hannah. Después hablarían con ella y le preguntarían a que había venido aquello.- También quería aprovechar que estáis los dos para deciros que voy a ir de acampada con otra persona. Es mejor así.
-¿Es la chica con la que hablé ayer?
-La misma.
-Creo que le gustas mucho.
-Eso parece- se volvió hacia Sean, que parecía no comprender nada.- Quiero
darte mi enhorabuena. Es una gran chica.
-Lo sé.
-Espero que algún día podamos ser amigos.- extendió su mano hacía Sean y
ambos se la estrecharon.- Tengo que irme, pero vendré a ver como ganáis.
-Eso no es seguro. Las otras parejas lo han echo muy bien.
-Si no confías en que puedes hacerlo, no lo harás. Es mejor que pienses que
puedes y pierdas que no que te desanimes antes de intentarlo.
-Gracias Rick.
-De nada preciosa. Hasta la próxima.
-Pásatelo bien este fin de semana- añadió Sean como despedida.
-Lo haré.- antes de desaparecer en lo alto de las escaleras, buscó a Hannah de nuevo, y le lanzó un beso al aire, recibiéndolo ella con una sonrisa sincera. Brittany y Sean miraron hacia donde lo había echo Rick por última vez y vieron allí a todos. Subieron las escaleras para reunirse con ellos y recibir sus felicitaciones, no solo porque habían quedado finalistas, sino también porque por fin eran una pareja.
-¿Qué os parece si nos vamos a cenar? Mi bebita me lo está pidiendo- dijo
acariciándose el vientre.
-Nosotros nos vamos a casa, pero pasáoslo bien y tened cuidado.- besaron a
sus hijas y se despidieron de los amigos de ellas antes de marcharse.
-Nos cambiamos y quedamos en la entrada.
Cuando la pareja se reunió de nuevo con los demás, decidieron a donde ir. Eligieron un sitio de tapas que estaba bastante bien.
Pidieron una mesa para diecisiete personas y pidieron un poco de cada cosa. Lisa y Richard habían podido venir pues los padres de ella se habían quedado con Josh. Brittany y Sean se sentaron frente a Hannah y Jason.
-¿No tienes nada que contarnos hermanita?
-¿Lo dices por Rick?- asintieron.- Me llamó anoche a casa y me pidió si podía
venir a la consulta esta mañana. Solo le dije que sí.
-¿Solo eso?
-Bueno, le escuché y le aconsejé que aceptase la situación. No es que pudiese hacer mucho más.
-No sabes como te quiero…- le susurró Sean.- Gracias.
-No tienes que dármelas. Es la verdad.
La cena fue de lo más entretenida. Aprovecharon para hablar de todo, para contar anécdotas de cuando eran más jóvenes, y algunas de más recientes, como el famoso bizcocho de Hannah.
-No puedo creer que hayas vuelto a hacerlo- comentó Carl impresionado.
-¿Tan raro es?- preguntó Jason un tanto desconcertado.
-Lo que pasa es tuve que dejar de hacerlo. Jeremy se volvió adicto.
-Que graciosa…- bebió un trago de su cerveza mientras los demás se reían.-
No era culpa mía que estuviese tan bueno.
-En ese caso no voy a decirte que al de ayer le puse fresas y nata.
-Propongo que vayamos a tu casa a probarlo.
-No seas listillo. Ya no queda nada.
-¿Quieres decir que no deberías intentar comer más equilibrado?
-Pero si no fui yo quien se lo comió todo…- miró a Jason para que la apoyara y dijese la verdad.
-En realidad, ahora el adicto soy yo. Me levanté cuando ella se durmió para
comérmelo. No podía parar. No tenéis ni idea de la bronca que me ha caído esta mañana.
-Debería decirlo en serio cuando digo que no volveré a hacerlo.
-Yo ya me había echo ilusiones. ¿Cuándo dices que volverás a hacer uno?
-Creo que será mejor que me dedique a otra cosa. Podría montar una
pastelería.
-¡Buena idea!- dijeron a la vez Jeremy y Jason.
El resto de la pandilla se rió de buena gana. Todo parecía estar bien en el mundo. Cada uno estaba encontrando la felicidad donde nunca hubiese imaginado.
Después de la cena, cada uno se fue por su lado, pero prometieron quedar más a menudo todos juntos.
Cuando llegaron a casa de Sean, este decidió darle la noticia ya que no podía esperar más.
-¿Recuerdas que te dije que me había llamado mi madre?
-Si.
-Pues le hablé de ti, de lo nuestro. Quiere conocerte, bueno, mi padre también.- Brittany se dejó caer en la cama. Un sudor frío empezó a recorrerle todo el cuerpo. Estaba nerviosa como nunca lo había estado en la vida.- Hemos quedado mañana para comer con ellos.
-Por poco me lo dices cuando los hubiese tenido delante.
-No quería decírtelo antes del concurso para que no te pusieras nerviosa.
-Pero ya lo estoy.
-Si, pero estamos solos los dos.
-No se cariño. Esto me ha cogido por sorpresa.
-¿Quieres que la llame y le diga que lo dejemos para otro día?
-¡No! Lo último que quiero que piense es que soy una quejica.
-No creo que vaya a pensar eso.
-Para ti es más fácil. Mis padres te conocen desde un principio.
-Si, como amigo de tu hermana. Ahora soy algo más que eso. Soy el novio de
su hija pequeña.
-Aun así. Te adoran.
-Mis padres te adoraran a ti también. Eres lo más increíble que me ha pasado
en la vida, y tendrán que entenderlo.
Sean pensó que aquello la tranquilizaría pero no fue así. Se pasó parte de la noche dando vueltas de un lado al otro de la cama.
A las cuatro de la mañana, Sean no aguantó más y encendió la luz de la mesita.
-¿Te he despertado?
-No me has dejado dormir. ¿Qué te pasa?
-No es nada.
-¿Te quedarás más tranquila si te abrazo?
-Se puede probar…- Sean puso su brazo bajo el cuello de ella y la atrajo contra su cuerpo. Con la otra mano apagó la luz y rodeó la cintura de la chica.- Buenas noches Sean.
-Buenas noches preciosa- y una vez más, se quedó dormida escuchando los
latidos de su corazón.


-¿Decías en serio que no volverías a hacer bizcocho?
-¿Eso es lo único que te importa?
-No. Pero he pensado que a nuestra hija podría gustarle el dulce como a sus
padres y que sería una lástima.
-¿Aún no ha nacido y ya sabes lo que va a gustarle?
-Me lo imagino. Con la cantidad de dulce que has comido, dudo que no le guste.
-¿Estás intentando decirme que estoy gorda?- de nuevo pucheros.
-No, mi amor, escúchame. El médico dice que estás engordando lo que es
normal, lo que pasa es que también has comido muchos dulces.
-¿Entonces no me vas a dejar por otra que no coma tanto?
-¿Que tonterías estás diciendo? No voy a dejarte nunca en la vida. Vamos a
casarnos, tendremos a nuestra niña y seremos felices para siempre.
-Que lindo lo que dices…- de pronto recordó algo. Le tendió la mano a Jason
para que la ayudara a levantarse y fue hasta su bolso.- Hace dos días que tengo esto aquí dentro y no recordé que tenía que enseñártelo.
-¿Qué es? ¿No será otro álbum?
-No. Mira- Jason desdobló las hojas que le dio la chica y enseguida supo de
qué se trataba. Entre ambos decidieron a donde querían ir basándose en lo que podían o no permitirse.
-Vamos a la cama. Ha sido un día muy largo.
-Vale- se dejó llevar por él, pero cuando llegaron a la habitación…
-Vaya, olvidé recoger esto.- evidentemente no toda la ropa había sido
guardada.
-¿Cómo puede ser? No es la primera vez que pasa. Tienes que ayudarme más. No puedo yo sola con todo.
-Yo también llego a casa cansado. También tengo un trabajo.
-Vaya. No me di cuenta. Estaba ocupada cargando esta barriga de doscientos
veinte quilos, perdón.
-Mi amor, por favor. No discutamos. ¿Por qué no buscamos una palabra para
cuando nos alteremos? Una palabra que nos tranquilice escuchar. Que nos permita hacer una tregua.
-¿Una palabra como cual?- Jason suspiró aliviado al ver que ella estaba
interesada en probar.
-No se, algo que sea bonito, que tranquilice.
-¡Lo tengo! ¡Chocolate!
-¿Eso es lo único que se te ha ocurrido?
-¿Qué te pasa? ¿No te gusta? ¿Te das cuenta como no me apoyas?
-Está bien. Chocolate.
-Chocolate- se abrazaron y miraron de nuevo la cama.- ¿Me echas una mano?


-¡Mierda! No encuentro nada. ¿Dónde he metido las llaves del coche?
-Las tienes en la mano. ¿Se puede saber que te pasa? ¿Por qué estás tan
nerviosa?
-El hecho de que vaya a conocer a tus padres ¿te parece poco?
-Pero si mis padres son normales y corrientes. Quédate tranquila. ¿No
hablamos de esto ayer?
-Si, pero ¿Y si no les gusto?
-Eso es imposible. Les vas a encantar.
-¿Y si te equivocas?
-Lo dudo, pero en ese caso, ellos se lo perderían. Lo que piensen no cambiará lo que yo siento y espero que tampoco lo que sientes tu por mi.- se acercó a la chica y la rodeó con sus brazos.
-No creo que haya nada ni nadie que cambie eso.
-Genial.
-Gracias por animarme Sean.
-No hay de que cariño. ¿Estás lista?
-¿Dónde has dicho que estaban las llaves del coche?


Cuando llegó a casa, supo enseguida que tramaba algo, pues su sonrisa hablaba por si sola.
-Sea lo que sea dímelo.
-¿Estás segura?
-Claro. ¿De que se trata?
-He encontrado el sitio perfecto en el que nos vamos a casar.
-¿Bromeas?- dejó las cosas sobre la silla y se acercó a él que estaba sentado
frente al ordenador. Jason señaló la pantalla y miró lo que le estaba enseñando.
Tuvo que cubrirse la boca con ambas manos para no gritar de la emoción.
El sitio en cuestión no era otro que el claro de la cascada en el que Annette y Carl se dieron el primer beso.
-Lo estuve hablando con los chicos y esta mañana Carl me mandó este
e-mail. ¿Te gusta?
-Me encanta. Es precioso.
-Entonces decidido.- Hannah besó a su chico y se sentó sobre sus rodillas para contemplar de nuevo aquella imagen.


Fue una suerte que llegaran antes de hora porque Sean estuvo un buen rato intentando que Brittany saliese del coche.
Él también temía que las cosas no saliesen bien, sobretodo porque sus padres adoraban a Aïda y aun después del tiempo que hacía que ya no estaban juntos seguían sin comprender porque había terminado la relación.
Por supuesto evitó hacer ese comentario delante de su chica.
Consiguió que bajase del coche con la condición de que si en algún momento deseaba marcharse él lo haría con ella.
-¿Lo prometes?
-Pues claro. Ahora vámonos. No quiero darle motivos a mi madre para quejarse.
-¿Por qué tengo la sensación de haber salido de Guatemala para meterme en
Guatepeor?
-No sé. Deja de preocuparte. Todo saldrá bien.
-Tendré que fiarme de ti supongo.
-Buena chica.
Avanzaron hasta el portal y aprovecharon que estaba abierto para entrar.
En el ascensor, no dejó de mirarse en el espejo para asegurarse de que estaba perfecta.
Sean la miraba con una sonrisa. Detuvo el ascensor y la abrazó.
-Te quiero.- Brittany miró su imagen en el espejo y también sonrió. No tenía de que preocuparse.
Tras poner de nuevo el ascensor en marcha se sentía mucho más tranquila. Sabía que Sean no la dejaría en la estacada y lo más importante aun, la quería.
Llamaron al timbre y abrió el padre del chico, a quien abrazó como si hiciese años que no viese y abrazó también a la chica.
-¿Ves como no es para tanto?- le susurró su chico mientras seguían a su padre hasta el comedor.
-No era tu padre el que me preocupaba.
-Ni a mí. Aunque no creas que lo del abrazo no me ha sorprendido.
-Ya me imagino. Aun tienes la cara de sorpresa.
Una vez allí salió su madre a recibirles. Sean jamás la había visto con delantal y mientras la anfitriona hablaba con Brittany, su padre le habló al oído.
-No le digas nada. Desde que le dijiste que tenías novia que esta así de
amable.
-¿Y eso porque?
-No tengo ni idea. Creo que en el fondo pensaba que acabarías solo en ese
taller.
-Menuda confianza.
-No te pongas así hijo. Disfrutemos mientras no cambie.
-Tienes razón.
Pese a todos los temores, la verdad es que fue todo perfecto. Sus padres no mencionaron a Aïda y Brittany se sintió como en su casa respondiendo a preguntas acerca de su negocio y también acerca de la relación con Sean.
-Eres encantadora. Ya era hora de que conociese a una chica de verdad con
sus objetivos y aspiraciones.
-A mi me ha parecido siempre alguien muy responsable. Desde pequeña.
-Y lo es. Lástima que a veces pierda la cabeza con toda esta tontería del baile.
-A mi no me lo parece.- se atrevió a responder la chica y tanto Sean como su
padre miraron a ambas mujeres como si de un partido de tenis se tratara.
-¿A no?
-Pues no. De hecho, ayer participamos en un concurso y quedamos finalistas.
-Que interesante. Sean no nos dijo nada.
-No pensé que os importara. Sé que no me apoyáis en ese aspecto.
-Cierto.
-Además- siguió Brittany.- no es más que un modo que tenemos de
desconectar. Hay gente que prefiere leer, o ir a un balneario y nosotros preferimos el baile.
-Tienes carácter niña- los otros tres temieron que se acabase la amabilidad,
salvo que lo que dijo a continuación les convenció de lo contrario.- Me gusta eso en una mujer.
-Gracias. A mi también.
Pasaron la tarde juntas y antes de marcharse, la madre de Sean le dio su aprobación.
-Sé que no la necesitas. Has escogido bien y estoy muy orgullosa.
-Gracias mamá.
-Venid a vernos otro día.
-Lo haremos.- se despidieron de ambos y una vez en el coche Brittany rompió a carcajadas.
Sean la miró con una sonrisa y arrancó el coche. Sabía que estaba feliz y aquello era lo que realmente le importaba.


Los preparativos para la boda empezaron de inmediato. No querían perder más tiempo.
Todos ayudaron en lo que pudieron a su manera.
Brittany se encargaría del catering. Pondría a sus cocineros a trabajar enseguida para que ellos decidieran que plato preferían de las distintas opciones que había pensado.
Durante los tres meses siguientes estuvieron muy liados, sobretodo la novia que no lograba encontrar el vestido perfecto.
Cada noche se marchaba a la cama con cierta desilusión.
-¿Y si no lo encuentro?
-No te preocupes. Encontrarás el vestido perfecto. Mañana iremos a mirar de
nuevo hasta que lo encontremos.
-¿En serio?
-Pues claro.
Otro tema pendiente era quien iba a casarles, pero Richard les había dicho que no se preocuparán, que él conocía a alguien que aceptaría de buena gana.


-¿Lo tienes todo listo?
-Supongo que no me dejo nada- en realidad llevaba más cosas de lo que
seguramente iba a necesitar. Después de todo solamente se iban de acampada un par de días.
Rick la miró de arriba abajo. Se le hacia extraño no verla con ninguno de sus impecables trajes de chaqueta y pantalón o sus increíbles faldas. Sin embargo tampoco le disgustaban los tejanos ni la camiseta de tirantes que llevaba en su lugar.
-No te preocupes por eso. Yo traigo de todo.
-¿Estás seguro que no olvidas nada?
-No, ¿Por qué?
-Por nada. Vamos.
Llegaron a su destino poco después de media tarde. Habían parado a mitad de camino a comer algo pues apenas habían desayunado y ninguno de los dos aguantaba ya más tiempo sin probar bocado.
Prácticamente devoraron la comida recién servida, sin pararse a pensar siquiera en si quemaba o no.
Al llegar, Rick se encargó de montar las tiendas de campaña. Había traído dos por si acaso.
-Pensé que intentarías aprovecharte de mí estos días.
-Estoy a tiempo de desmontar una de ellas si estás dispuesta a compartir saco conmigo.
-Deja que lo piense un poco…
Se acercó despacio hacia él hasta tenerle enfrente.
-Creo que sobra una tienda.
-Pues a desmontarla.- y eso fue lo que hizo mientras ella buscaba
desesperadamente un repelente para mosquitos que había traído consigo.
Y cuando ya llevaban ahí casi tres horas…
-Deja ya de ponerte eso. Hace solo unas horas que estamos aquí y ya has
gastado medio bote. Cuando realmente lo necesites te habrás quedado sin.
-No te preocupes por eso. He traído dos botes más por si acaso.- dijo
enseñándoselos.
-Entonces piensa que no te tocaré en toda la noche por miedo a quedarme
pegado.
-No me importa reconocer lo mucho que me gustas ni lo que puedas llegar a
pensar. De echo, lo prefiero antes de se me coman entera estos bichos.
Rick la miró lleno de admiración. Había echo lo correcto al hacer que le acompañase.
Jenny era con quien de verdad debía ir.
Se levantó para ir a coger un par de cosas de una de las bolsas y al levantarse chocó sin querer con ella que en ese momento se giró para decirle algo y cayó sobre él.
Ambos rompieron a carcajadas en cuanto se vieron en aquella situación, pero ninguno de los dos hizo ademán de levantarse.


-¡Por fin!
Hacia días que habían empezado con las mudanzas. Y no era fácil hacer dos a la vez.
Primero sacaron las cosas de Silvia de la casa para poner algunas de las de Carlos y después había que hacer sitio en casa de Héctor para que entrasen las cosas de Silvia.
-Pensé que no acabaríamos nunca.
-Os invito a comer. Vamos.
-Si que estás contento.
Y era cierto. No cabía en su gozo. Desde que Aïda había aceptado “vivir con él” que se sentía viviendo en una nube. Era cierto que habían trabajado mucho y que estaban cansados, pero merecía la pena.
Fueron a un sitio de estos de comida rápida puesto que ninguno de ellos podría esperar a que les sirvieran en la mesa ni correr el riesgo de esperar a que hubiese sitio.


-¿Estás cómoda?
-Te mentiría si dijese que prefiero esto a una cama, pero no se está mal.
-Me alegra que estés aquí. No quería venir solo.
-¿Decías de verdad que no me has pedido que viniera solo porque ella no
venía?
-Hablaba en serio. Sé reconocer una derrota y sé que perdí ante Sean.
-¿Soy yo el premio de consolación?
-No. No me perdonaría nunca verte de ese modo.
-¿Entonces que? Tú sabes que me gustas, e incluso que va más allá pero no
quiero que me des falsas esperanzas.
-No lo haré- y la besó.


Steven se presentó en su despacho. Ella estaba terminando de recoger lo que quedaba de sus cosas pues hacia unos días que había presentado su carta de dimisión.
-Veo que ya no te queda mucho para empaquetar.
-No demasiado. Hoy mismo termino.
-Deja las cajas por favor.- se acercó a ella pero Hannah se apartó.- Solo he
venido a pedirte que no te marches. He hablado con mis superiores y prefieren prescindir de mí antes que de ti.
-Es un poco tarde para eso.
-Piénsatelo bien. ¿De verdad quieres marcharte?
-Siempre quise tener una consulta propia.
-Si te quedas será lo mismo. Habla por lo menos con ellos y expón tus
peticiones.
-Es algo que debo pensar.- cogió la última caja, su bolso y pasó por su lado
cerrándole la luz y dejándole a oscuras antes de irse.
Aun después de tener que soportar la indiferencia que Steven mostraba hacia ella tras lo ocurrido, la idea de sustituirle le resultaba deliciosa y tentadora.
Regresó a casa con esa idea y se la comentó a Jason mientras se ponía cómoda.
-No creo que pierdas nada hablando con ellos.
-Es solo que ya me había echo a la idea de mi pequeño negocio.
-Un negocio propio trae muchos dolores de cabeza. Piensa que es lo que más te gusta de tu trabajo porque ser tu propio jefe no te lo dejará hacer.
-Detesto tener que darte la razón.
-Lo sé. Piénsatelo con calma y decide que tienes tiempo. De todos modos
tampoco podrás empezar a trabajar enseguida así que…
-Hablaré con ellos.
-¿Y ese distinto cambio de parecer?
-Ser mi propia jefa no me permitiría disfrutar al máximo de la niña, además,
supone dejar a todo el mundo allí y al fin y al cabo ninguno de ellos tiene la culpa de los sentimientos de Steven.
-¿Y que será de él?
-No lo sé. Supongo que le ofrecerán trabajo en otra parte.
-Contra más lejos esté de ti más tranquilo me quedaré yo.
-De hecho, ahora entiendo muchas cosas…
-¿Cómo que?
-No importa…- pero pensaba en la de veces que Steven se había mostrado
cariñoso o protector con ella. Ahora entendía que no era solo como amigo.


Y pasó la semana volando…
Brittany y Sean habían ensayado todos los días después del trabajo y apenas conseguían mantener los ojos abiertos.
Los padres de Sean habían prometido asistir ante la insistencia de la chica y de nuevo acudiría toda la pandilla y los padres de ella.
Rick llamó a Brittany para hablar con ella, quien a su vez se lo comentó a Sean y este accedió a que se vieran sin necesidad de que acudiese él también. Brittany le quería y él no tenía la más mínima duda.
Se encontraron en el parque de la ciudad para ir a comer.
El encuentro fue muy distinto a como ambos imaginaban. Al fin y a cabo ahora no eran más que dos amigos que habían estado días sin verse. Era su modo de empezar de cero, como si lo ocurrido anteriormente no hubiese sucedido.
-¿Qué tal fue la acampada?
-Bien. Estamos saliendo.
-Cuanto me alegro Rick. De verdad.
-Gracias. Quería que fueras la primera en saberlo.
-¿Y que tal todo? Me refiero a lo de tus padres.
-No fue más que una discusión entre ellos. Debí suponerlo. De echo, creo que piensan renovar sus votos.
-Eso es bueno.
-Si. ¿Y vosotros que tal?
-Bailamos esta tarde. ¿Te gustaría venir?
-Claro. Se lo diré a Jenny. ¿A que hora empieza?
-A las cinco. Debo darme prisa. Queremos ensayar una vez más para que me
quede más tranquila.
-Lo harás bien.
-Te lo agradezco. Espero veros allí.- le besó en la mejilla y se fue.
Jenny le llamó poco después, mientras se terminaba el café.
-¿Tienes algún plan para esta tarde?
-Pensaba ir a verte.
-Te propongo una alternativa y después soy todo tuyo.
A las cinco en punto se reunieron allí.
Hannah se alegró al ver allí a Rick, sobretodo al verle acompañado. El chico fue directo a abrazarla y a darle las gracias. Después le presentó a Jennifer y esperaron a que empezase.
Esta vez se notó que habían tenido más tiempo para prepararse que la última vez.
Volvieron a moverse como si fuesen uno solo.
No ganaron, pero el público se enamoró de ellos. En opinión de los padres de Sean que quedaron impresionados, la otra pareja no se merecía ganar.
-Solo les han dado el premio porque tienen más experiencia, pero mi hijo y mi
nuera lo han hecho muchísimo mejor.- le dijo la madre de Sean al juez que no tuvo más remedio que darle la razón.
Brittany y Sean se lo agradecieron pero no tenía importancia. La próxima vez lo harían mejor y de todos modos el premio de consolación tampoco era tan malo.
Un fin de semana en un hotel de cinco estrellas de donde ellos quisieran les estaba esperando y había que aprovechar las oportunidades como aquella.


Y esa misma noche…
-¿Diga?
-¿Hannah Roberts?
-Yo misma. ¿Quién es?
-Mi nombre es Simon Lockhart. No se si habrá oído hablar de mí. - le explicó
que era uno de los socios jefes de la empresa para la que ella trabajaba.- Quisiera saber si es posible que venga a vernos.
-¿Cuando?
-Cuanto antes venga mejor. Pensaba preguntarle si mañana le viene bien. A
primera hora.
-Ahí estaré. Buenas noches.
-Buenas noches.
-¿Quién era?- preguntó Jason recostado a su lado.
-Una oportunidad.
Apenas pudo dormir de la impaciencia. Quería saber que era lo que tenían que decirle u ofrecerle.
A las cinco de la mañana despertó a Jason.
-¿Y si lo que quieren es echarme?
-¿Quién iba a querer eso? Tú ya presentaste la carta de dimisión. Hacer eso
sería una tontería.- preguntó medio dormido.
-No se.
-No te preocupes por eso. Seguro que todo irá bien. Confía en ti misma.
-Eso haré- estaba segura de que si por la mañana le preguntaba de que habían estado hablando no se acordaría de nada. Aun así se lo agradecía.


-¿Dónde podemos ir?
-No podemos ir demasiado lejos, y menos teniendo a tu hermana a punto de
parir en cualquier momento.
-No seas exagerado. Aun le faltan unos meses.
-¿Y si se adelanta?
-Esperemos que mi sobrina nos espere.
-Seguro que lo hará.- la cogió de la mano y la llevó a rastras hasta la habitación cerrando la puerta tras ellos.
Jason despertó aquella mañana y al volverse no vio a su chica. Se incorporó y fue al cuarto de baño donde se la encontró apoyada en el lavamanos y apretándose la barriga. Aquello le desperezó de golpe.
-¿Ya es la hora? ¿Ya viene?
-No- consiguió sonreír - Me ha dado una patada. La madre que la…
-Aun es pronto para que digas eso.- suspiró aliviado.
-Siento haberte asustado- le tendió la mano para que la ayudase a levantarse.- Creo que son los nervios por todo esto del trabajo.
-Todo saldrá bien. Tranquila.
Asintió y fue a vestirse.
Hacia tiempo que no se sentía tan nerviosa. Quizá era que sentía que algo iba a ocurrir. ¿Qué podía ser?
Tras tomarse el zumo que Jason le había preparado, cogió sus cosas y esperó a que él cogiese las llaves del coche para irse.
La acompañó hasta la oficina y le dijo que la esperaba en la cafetería que había en la acera de enfrente.
-No te preocupes, ¿de acuerdo? Confía en ti.
-Vale. Hasta ahora.
Entró en el edificio y se acercó lentamente al mostrador. Esperó a que la chica que había allí dejase de hablar por teléfono para hablarle.
-Soy Hannah Roberts. Tenía una cita con el Sr. Simon Lockhart.
-Planta dieciséis. Le están esperando.
-Vale.- se encaminó hacia el ascensor y apretó la planta a la que iba rezando
para que no se detuviese.
Una vez fuera del ascensor era como si el pasillo no se acabase nunca.
A medida que avanzaba sentía que las paredes se estrechaban para dejarla allí presa.
Finalmente llegó a una sala donde encontró a otra recepcionista.
-Ya está aquí. Ahora mismo.- dijo la chica a través del teléfono antes de que
ella pudiese decir quien era o que estaba haciendo allí.
-¿Cómo sabe a que he venido?
-Mi compañera me ha informado y puesto que usted es la única que ha subido hasta aquí- miró a su alrededor y no tuvo más remedio que darle la razón.- La están esperando. Por favor, pase.
-Gracias.
Llamó a la puerta y cruzó el umbral.
Pese a que esperaba ver allí a varios hombres vestidos con trajes oscuros y ocultos tras sus gafas de montura metálica, se encontró cara a cara con dos hombres, efectivamente con trajes oscuros y con mirada bondadosa.
Respiró aliviada y siguió andando hasta situarse frente a ellos.
Les tendió la mano a uno y al otro para presentarse.
El más alto, dijo ser Albert Lockhart, hijo de Simon Lockhart, que estaba sentado a su lado.
-¿Para que me han hecho venir?
-Nos gusta que vaya directo a los asuntos que interesan- dijo el padre
complacido.
-Estamos al corriente de su situación. Sabemos que va a ser madre y que va a casarse en breve- siguió el hijo- por lo que dispone de un permiso.
-Así es.
-Nosotros queremos centrarnos en lo que vendrá después. A llegado a nuestras manos una carta de dimisión que lleva su nombre y le hemos pedido que viniese para decirle que no la aceptamos. Es usted más valiosa en este trabajo de lo que se imagina señorita Roberts.
-Díganme claramente que es lo que quieren de mí.
-Queremos que ocupe el puesto de su actual jefe. Steven Baker ha sido un
buen jefe hasta ahora, pero no podemos permitirnos el lujo de perderla.
Hasta ahora prácticamente había hablado solo el hijo, y ahora era el turno del padre.
-Hemos estado observando el trabajo que ha realizado durante todo este
tiempo y creemos que es la candidata perfecta para el puesto.
-Se lo agradezco pero yo no quiero dejar de hacer lo que hacia hasta ahora. Mi trabajo como psicóloga es parte de lo que me ayuda a levantarme todos los días. Saber que esa gente puede sentirse mejor tras hablar conmigo compensa muchas cosas. No quiero perder eso y convirtiéndome en lo que hasta ahora ha sido Steven me quitará lo que más valoro de esta profesión.
-Ponga sus condiciones.
-Miren, siempre he querido tener una consulta propia sin dejar de ser quien soy.
-Le propongo una cosa.- Hannah y su hijo le miraron atentamente.- Quiero
saber si es usted capaz de hacer dos cosas en su trabajo. Llevar al personal y a sus pacientes por el buen camino.
-Padre…
-Creo que puede hacerlo Albert.- dijo volviéndose hacia su hijo.- De verdad creo que puede.
-¿Quiere que me ocupe de ambas cosas?
-Usted quiere a sus pacientes y nosotros que usted esté al mando. Ambos
salimos ganando.
-Trato echo.- se estrecharon las manos y sonrieron.
-Nos vemos aquí en el mismo momento que acabe su permiso de maternidad.
Y sin saber como se vio fuera del despacho preguntándose que era lo que había pasado.
Se despidió de ambas recepcionistas y cruzó la calle para encontrarse con Jason, quien se mantenía ocupado leyendo el periódico y tomándose un café.
Hannah se sentó a su lado y permaneció inmóvil unos segundos.
-¿Qué tal?- le preguntó tras doblar el periódico y dejarlo sobre la mesa.
-Soy la nueva jefa.
-¿Y que hay del trabajo que haces ahora?
-Seguiré con él- le explicó lo mejor que pudo como había ido todo y quedó
impresionado. Era una gran oportunidad para ella pero sabía que la dejaría agotada y así se lo dijo.
-No quiero echarme atrás. Él cree que puedo hacerlo. No sé porque pero lo
piensa y yo no quiero decepcionarle. Ni tampoco a mí.
-¿Prometes que lo dejarás si ves que no puedes con todo?
-Claro, aunque primero tendré que probarlo.
-¿Y cuando empiezas?
-Tengo tiempo de casarme contigo, de tener a la niña y de poder disfrutar de
ella.
-Genial. ¿Quieres tomar algo?
-No. Si estás ya quiero irme a casa.
Se bebió lo que quedaba de café y se marcharon.


El tiempo pasaba y todo el mundo estaba poniendo de su parte a la hora de ayudar a organizar la boda.
Día a día habían estado trabajando sin descanso para que todo pudiese estar listo antes del gran momento.
Cuando Hannah y Jason fueron un día a ver como iba todo y a echar una mano, quedaron asombrados.
Apenas quedaba algo por hacer. Se habían encargado de todo, hasta el más mínimo detalle.
Los padres de ella se encargaban de los arreglos florales; Brittany del banquete; Richard y Lisa del cura; los chicos de la pandilla estaban montándolo todo. Pusieron sillas, y montaron una gran carpa por si acaso llovía. Y las chicas, ayudaron a decorar hasta el último de los detalles. Y cada una de las veces que visitaba el lugar no podía evitar que se le saltasen las lágrimas. Iba a ser una boda increíble y nunca olvidaría el esfuerzo tan grande que estaban haciendo todos para complacerla.
Aquella misma noche, quedaron todos juntos para cenar y Hannah trajo consigo un par de bizcochos caseros como el último que había echo y sido devorado a hurtadillas por su chico.
Jeremy y Jason prácticamente se engulleron uno entero ante la mirada de asombro de los demás.
-Es increíble lo mucho que llegan a tragar. - Brittany estaba alucinada. Nunca
había visto a nadie comer con esa devoción.
-Suerte que después todo eso se quema.- añadió Rachel.
-Quiero daros las gracias por todo lo que estáis haciendo. Se que supone un
gran esfuerzo.
-Es cierto- continuó Jason- Queremos que sepáis lo que significa para nosotros todo esto. No lo hubiésemos conseguido sin vosotros.
-No tenéis nada que agradecer. Creo que hablo por todos cuando digo que os
lo merecéis después de todo lo que habéis pasado. Ambos sois geniales y creo sinceramente que os va a ir estupendamente como matrimonio.
Ambos abrazaron con fuerza a Jeremy. Era un amigo como había pocos y sabían que jamás iba a fallarles, como ninguno de los que estaban allí con ellos.


Rachel y Jeremy se sentaron frente al televisor para ver una película tranquilamente ya que ninguno de los dos conseguía dormir.
Sin más, Rachel le besó.
-Eso me ha gustado.
-Es por lo que has dicho esta noche. Me ha parecido muy tierno.
-Es lo que pensaba. Realmente creo que se lo merecen.
-Tú también te mereces que te pasen cosas lindas.
-Yo ya tengo la cosa más linda del mundo. – y atrayéndola hacia él para
abrazarla .- Tu corazón.


Decidieron que el viaje lo dejarían para más adelante. No tenían ninguna prisa en hacerlo. Sabían que disponían de tiempo para ello y lo importante ahora era que Jason y Hannah se casaran.
El problema seguía siendo el maldito vestido. Con todo no había podido ir con Jason a mirar nada.
Una tarde salió con su hermana a hacer un recado y se detuvo frente a un escaparate, dejando a Brittany hablando sola. Ésta al no recibir respuesta a lo que estaba diciendo se volvió hacia un lado y hacia el otro buscando a Hannah.
-¿Te has quedado pegada en el suelo o algo así?
-Lo quiero…
-¿De que hablas?- fijó la mirada al escaparate y comprendió.- Entremos antes
de que se lo lleve otra.
No era un vestido de novia. No tenía velo ni cola. Era un sencillo vestido de mangas ajustadas que se acampanaban en la muñeca, largo hasta los pies y de un color entre blanco y gris clarito. También era ancho desde debajo de los pechos hasta abajo del todo, por lo que podría lucir su barriga sin asfixiarse.
No se lo pensó dos veces a la hora de entrar y pedir su talla. Aquel tenía que ser su vestido. Ya se veía con él antes de probárselo.
Jason lo había tenido más fácil. Bastaba con que se pusiera un traje.
Cuando Brittany la vio vestida quedó asombrada. Estaba preciosa.
-Pareces salida de cuento de hadas.
-¿Te gusta?
-Estás guapísima Hannah.- el pelo le caía sobre los hombros como una larga
cascada pelirroja y había un brillo en sus ojos que no había visto nunca.
-Me lo quedo.
Al salir llamó a las chicas para enseñárselo.
Quedaron en casa de Brittany ya que Sean no iba a estar.
Todas reconocían lo mismo que había visto Brittany al ver a su hermana mayor. Parecía una princesa.
Por la noche, cuando llegó a casa, se desvistió e intentó relajarse dándose un baño.
Jason llegó poco después y fue a verla.
-¿Qué tal el día?
- Me duele la cabeza. Esos estudiantes van a acabar conmigo. ¿Y tu que tal?-
preguntó mientras se deshacía el nudo de la corbata.
-Ya tengo vestido.
-¿Hablas en serio?
-Si- consiguió decir sin gritar de la emoción.- Ojala pudiera enseñártelo.
-¿Dónde lo has escondido esta vez?
-No voy a decírtelo. Algo me dice que serías capaz de convencer a quien me lo guarda para que te lo dejara ver.
-Me pregunto si me leerás la mente.
-Quédate mejor con las ganas de saberlo.
-¿Has hecho algo para cenar?
-No, ¿por qué?
-¿Te apetece comida china?
-Preferiría una pizza.
-Voy a por el teléfono.
-¡No olvides pedirme un rollito vegetal!- le gritó desde el cuarto de baño
mientras él iba a llamar.

En fin, dos semanas antes de que saliese de cuentas, estaba ya todo listo para que se casaran.
Richard había conseguido a alguien que les casara. Al parecer la chica que había conocido su cuñado en la fiesta a la que Héctor les llevó cuando ellos se conocieron era juez.
Y llegó el gran día.
Ryan, el marido de Allison se encargó de hacer cada una de las fotografías. Primero los novios por separado, después con los padres, con los amigos, ellos juntos…
Jeremy había obligado a Jason a marcharse temprano de casa para que ella pudiese vestirse tranquilamente con ayuda de las chicas y de su madre.
Cuando estuvo lista, no solo parecía una princesa, sino una reina.
Llevaba un recogido sencillo. Se dejó caer algunos mechones de pelo que solo conseguían que estuviese muchísimo más guapa.
El vestido le quedaba aun mejor que cuando se lo probó por primera vez. Iba a ser el día más feliz de su vida.
La ceremonia era a mediodía y salieron en el coche de Hannah bien de tiempo.
Llegaron al lugar, donde les esperaba su padre para llevarla junto con el que pronto sería su marido.
Joseph besó a su hija mayor intentando contener las lágrimas. Para un padre no siempre era sencillo dar aquel paso. Suerte que Jason era un buen chico y Brittany también había escogido bien, por una vez.
Las chicas fueron entrando una a una para sentarse en su lugar, junto con sus respectivas parejas y la madre se sentó en primera fila esperando a su marido.
Y llegó el momento en que entró la novia.
Jason no podía, no quería dejar de mirarla.
Cada vez que pestañeaba temía que al abrir de nuevo los ojos ella desapareciese o peor aun, que se hallase solo en la cama, como si todo no hubiese sido más que un largo sueño del que no quería despertar.
Cuando Joseph se la entregó, supo que no lo era. Que era real, y que por fin se convertiría en su mujer.
Amy, que era como se llamaba la juez, les declaró marido y mujer diez minutos más tarde.
El banquete fue delicioso. Brittany había puesto todo su empeño para que saliese bien. De hecho, todos los que estaban allí.
Comieron junto a la cascada, recibiendo mil felicitaciones, y junto aquellas personas que tanto habían echo por ellos, porque estuviesen allí aquel día tan especial.
Por la noche, al llegar a casa, se descalzó y tumbó en la cama aun con su precioso vestido.
¿Quién iba a decirles que aun quedaba un regalo más?
Aquella madrugada nací yo. Alejandra. A las tres y medía para ser exactos.
El parto no supuso ninguna complicación. Todo fue bien y si os preguntáis si mi padre estuvo allí, debo confesar que sí. No se desmayó, ni abatió. Tal y como le había dicho Jeremy, en cuanto llegase el momento, sería capaz.
Todos somos capaces.